viernes, 3 de abril de 2015

Lucas 23:33 - 24:7 y 1 Corintios 15:1-8

Por favor lea esta pasaje de Lucas 23:33 - 24:7 y pensa en las enseñansas de 1 Corintios 15:1-8

Lucas 23:33 - 24:7
Cuando llegaron al lugar llamado ‘La Calavera,’ crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” Y los soldados echaron suertes, repartiéndose entre sí Sus vestidos. El pueblo estaba [allí] mirando; y aun los gobernantes se burlaban de El, diciendo: “A otros salvó; que se salve El mismo si Este es el Cristo (el Mesías) de Dios, Su Escogido.” Los soldados también se burlaban de Jesús, y se acercaban a El y Le ofrecían vinagre, diciendo: “Si Tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a Ti mismo.” Había también una inscripción sobre El, [que decía:] “ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.” Uno de los malhechores que estaban colgados [allí] Le lanzaba insultos (blasfemias), diciendo: “¿No eres Tú el Cristo? ¡Sálvate a Ti mismo y a nosotros!” Pero el otro le contestó, y reprendiéndolo, dijo: “¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? “Nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste nada malo ha hecho.” Y añadió: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino.” Entonces Jesús le dijo: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.” Era ya como la hora sexta (mediodía), cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena (3 p.m.), al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos. Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: “Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU.” Habiendo dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo que había sucedido, glorificaba a Dios, diciendo: “Ciertamente, este hombre era inocente (justo).” Todas las multitudes que se habían reunido para [presenciar] este espectáculo, al observar lo que había acontecido, se volvieron golpeándose el pecho. Pero todos los conocidos de Jesús y las mujeres que Lo habían acompañado desde Galilea, estaban a cierta distancia viendo estas cosas. Había un hombre llamado José, miembro del Concilio (Sanedrín), varón bueno y justo, el cual no había estado de acuerdo con el plan y el proceder de los demás, [que era] de Arimatea, ciudad de los Judíos, [y] que esperaba el reino de Dios. Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y bajándolo, lo envolvió en un lienzo de lino, y lo puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. Y las mujeres que habían venido con Jesús desde Galilea siguieron detrás, y vieron el sepulcro y cómo fue colocado Su cuerpo. Cuando regresaron, prepararon especias aromáticas y perfumes. Y en el día de reposo descansaron según el mandamiento. Pero el primer [día] de la semana, al rayar el alba, [las mujeres] vinieron al sepulcro trayendo las especias aromáticas que habían preparado. Encontraron [que] la piedra [había sido] removida del sepulcro, y cuando entraron, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, de pronto se pusieron junto a ellas dos varones en vestiduras resplandecientes. Estando ellas aterrorizadas e inclinados sus rostros a tierra, ellos les dijeron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? “No está aquí, sino que ha resucitado. Acuérdense cómo les habló cuando estaba aún en Galilea, diciendo que el Hijo del Hombre debía ser entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y al tercer día resucitar.”

1 Corintios 15:1-8
Ahora les hago saber, hermanos, el evangelio que les prediqué (anuncié), el cual también ustedes recibieron, en el cual también están firmes, por el cual también son salvos, si retienen la palabra que les prediqué (anuncié), a no ser que hayan creído en vano. Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo (el Mesías) murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas (Pedro) y después a los doce. Luego se apareció a más de 500 hermanos a la vez, la mayoría de los cuales viven aún, pero algunos ya duermen (murieron). Después se apareció a Jacobo (Santiago), luego a todos los apóstoles. Y al último de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí.

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